lunes, 22 de agosto de 2011

Alcanza con decidir


No esperes el momento perfecto, toma el momento y hazlo perfecto a tu manera.(robado de un tuit de Leti)



Me tomé la licencia de resolver que decidir viene del verbo hacer.
Nunca era un buen momento hasta que decidí que el buen momento era hoy, cuando no me importó el frío ni los gritos a la madrugada de mis pequeños vecinos. Me levanté con la sonrisa lista para volver a rodear dos veces el lago, até la  llave de casa a la zapatilla -es el punto de partida- y recordé los 10k que metí con -1º, así que estos 3º no serían obstáculo.

En la calle había poca gente, encamperada hasta la capucha, que mira mis gemelos descubiertos y la camperita de micropolar con incredulidad y algo de envidia. Me apuré. Creo que si una señora hubiera sabido que la remera era de manga corta me mandaba de vuelta. El frío del agua de la botella traspasaba los guantes de lana. ¿Mi excusa? Probar las zapatillas nuevas en calle. ¿Mi deseo? Volver. ¿Volver a qué? Volver a poder: correr, respirar ordenadamente, armar el cuerpo sin que sobre nada, estar entre gente a la que le gustan cosas parecidas, pensar con la cabeza libre, sonreír después del esfuerzo, que el esfuerzo no sea tanto, que cada vez haya nuevos esfuerzos. Correr me abre un mundo y quiero ese mundo. El pendiente estaba en salir a buscarlo.

Llené de preguntas la caminata hasta el lago. ¿Y si no llego? ¿Y si no puedo? ¿Qué piensa un tipo que te toca bocina desde arriba de un auto? ¿Estará abierto el local de Nike? ¿Y si no llego? ¿Y si no puedo? ¿No es medio idiota no pisar el pasto al cruzar la plaza? ¿Y si de vuelta paso por Jauja? ¿Y si no llego? ¿Y si no puedo?  ¿Por qué estos del gobierno no pintan sendas en todos los parques así no tengo que ir hasta el lago? ¿Para qué traje agua helada que me está congelando los dedos? ¿Y si no llego? ¿Y si no puedo? ¿Llegaré a ver Cerro Bayo esta tarde o me desintegraré antes?

Libertador, bicisenda y después. Busqué mis lugares para elongar y las marcas que ayudan a hacer las cuentas cuando no salgo del punto cero.  
“Salgo del 600, cuando llego a 1600 tengo un km” proyecto. Quiero poner la mente en blanco y armar algo. No sabía qué, era “algo”. Y esos “algo” suelen ser nada, así que la cabeza se me fue en esa pila de vaguedades que se cruzan entre los números. Hay mucho señor lindo por mirar y pasados los primeros 10 minutos, la respiración ya está ordenada.  

Está lindo el lago, incluso sin los verdes que el invierno le robó. Hay loros, petirrojos y un pájaro entre gris y marrón, gordito, bonito, que no conozco. Las torcazas se persiguen, nada cambió ahí. Los patos y los gansos nadan en grupo y algunos andan sueltos, casi como los corredores, patinadores y caminantes. Somos pocos. El frío hace que estemos los que queremos estar. Hay poco bobo por esquivar, y poco peligro de ser atropellada. I DE AL.

Dos mujeres que venían en un grupo delante retroceden y caminan. “Dimos 5, estamos descansando un poco, queeee, ¿no podemos?”, le contestan a un señor grande de calza larga y sombrero de lana. Hago cuentas: 5 vueltas son 8k y yo no llego a 1.6. Todavía.
Atención: a este ya lo crucé dos veces y voy por la primera vuelta. Está todo mal. No estoy rindiendo”, pienso. Una idiota, porque los tiempos muestran que sí estoy rindiendo.
 Vuelta completa, mirar el tiempo”, recuerdo. Y miro. Nada mal.

El viento me pega en la cara y pienso en que había planeado hacer esto todas las semanas rodeando una parte del Nahuel Huapí. Se me encoge el corazón pero sonrío mientras canto “voy a tomar la ruta 3, una mañana para no volver…”. Entro y salgo de la nube de humo del choripanero, esquivo a cuatro adolescentes que toman toda la senda, regulo el aire, marco la pisada.  
Mirar el tiempo, y mirarlo en cada km, vine por 3.2 pero ojito, puedo estirar un 4…

Es hora de sacarse la campera. Pierdo el ritmo de la respiración pero puedo seguir. Ya entré en la tercera vuelta y pasé el objetivo inicial. Pensar que el resto viene de regalo me saca una sonrisa.
Apa. A este que viene de contramano lo pasé yo tres veces en una misma vuelta.” Je. Parece que estoy pudiendo.
Descubro un par de grupos que elongan y se reponen en los costados. “Podría ir a averg… nah, a sé qué poca vida tiene eso en esta etapa”, pienso.
Me adelanto a dos que van con las ristras de chorizos al puesto central. Hay cosas que no deberíamos ver. No señor. Pienso en mi trainner: “Pisadas cortas, respiraciones cortas, como los maratonistas”.
Me animo a un 4.5k, y cierro en 5.

A elongar al Patio Andaluz. El agua de la fuente cae con música y busco los recovecos conocidos mientras repaso cada grupo muscular. Es hora de volver a la camperita y salir antes de enfriarse.
“¡¡Eh!!¿Ese que me pasaba cinco veces por vuelta hace pasadas con avance y retroceso?” La felicidad me desborda. No me pasaba nada.

Salteo al gordito del puesto de choripan.
Me encanta la sonrisa que traigo cuando cruzo por Libertador a los que recién van llegando y ver las caras de los que desayunan en los bares cuando ven a los corredores mientras piensan “qué ganas, eh!”.
No me quiero perder ni un cachito del verde del parque. Mis ojos se llevan los árboles al microcentro mañana.
Pienso en mi trainner. “5 en 38. Y recargada.” Eso tengo para decirle. Y que para volver alcanza con decidir, que viene del verbo hacer.