jueves, 8 de septiembre de 2011

Tendinitis colectiva

Ayer los trabajadores del subte decidieron no cargar las tarjetas con las que viajan unos dos millones de personas en toda la región metropolitana de la ciudad de Buenos Aires. El argumento que eligieron para justificar la medida fue que causaba tendinitis, una lesión frecuente cuando se usa mal y /o excesivamente una zona en la que hay tendones. (Sé de lo que hablo: tuve mi primer yeso a los 15 y varios después por padecerla.)

La medida desató mucho enojo y una serie de comentarios que circularon a través de las redes sociales. La mayoría de los que vi fueron descalificatorios hacia un grupo de trabajadores que está exigiendo mejores condiciones de trabajo, cierto, con un argumento que deberían haber evaluado mejor cómo comunicar.

El enojo es parcialmente entendible. ¿Cómo no enojarse cuando no se puede llegar al trabajo, a la facultad, a cualquier lugar en donde nos esperan y donde asumimos un compromiso? Probablemente no hablemos de personas muy solidarias que digamos (son los mismos que cada mañana empujan, que "se duermen" en el asiento cuando sube una embarazada o un señor con bastón, que taponan la puerta cuando no van a bajar). La solidaridad endogámica de los trabajadores del subte molestó, quizás porque haya funcionado en espejo: no parece haber más solidaridad que con uno mismo y con el breve grupo de referencia en el que nos movemos. 

Es cierto que en este caso el enojo se dirige a trabajadores que maltratan al usuario y no muestran mucha iniciativa por nada que no sea en su propio beneficio. Es raro encontrar un trabajador del subte que sonría, que responda a una pregunta, que mire a los ojos, que mientras atiende una ventanilla no esté conversando con otro, que avise que te vende una tarjeta para un subte que está demorado en vez de sugerir una vía alternativa, que no esté contestando un SMS. Cuando atienden al público no hacen un favor sino que cumplen con su parte del compromiso, pero al hacerlo de mala gana cargan una energía que lleva a sentir que hacen un favor. Tierra fértil para sembrar enojo, resentimiento, violencia simbólica.

Nada de lo poco feliz que haga una de las partes justifica lo que haga la otra. Una vez egresados de la sala de 5 todo comentario que se justifique con un "él empezó" o un "si ella lo hace yo también tengo derecho" da cuenta de profunda inmadurez. 

Una de las cosas en las que me quedé pensando es en que las quejas destapan lo mal que se vive en algunos trabajos, cómo esto está naturalizado y cómo la cultura del sufrimiento está estampada en cada cosa que hacemos. Parece que si no se sufre no se está viviendo. 

"¡¡Ah, pero trabajar en una colonia no es trabajo, todo el día al sol en la pileta, qué viva vos!!", repetía mi madre. Explicarle que tenía un grupo de pibes a cargo y toda la responsabilidad que eso implicaba nunca sirvió. Si se sufre es trabajo, si no, no. 

Y no sólo nos sentimos con derecho a catalogar qué es trabajo. Todo ese enojo deja a la vista que mucha gente piensa "si yo sufro en mi trabajo todos deberían sufrir". Entonces, que otros tengan jefes o patrones que cumplen las leyes y gremios que pelean por buenas condiciones laborales es un problema. Claro, porque cuando se es parte de una institución que no reelige compañeros con aspiraciones gremiales o que frente a un accidente de trabajo no llama a la ART y obliga a cumplir el horario, cuando en la empresa no hay donde ni cuando comer, o niega las necesidades de los humanos exigiendo usar sólo el cerebro y las manos so pena de perder el trabajo podés acostumbrarte a que eso es lo correcto. 

Terminás pensando que nada puede interponerse a la conservación del trabajo, incluso cuando tu propia vida está en juego. Por eso, cualquiera que muestre que hay otras opciones es visto como el enemigo. Ridiculizarlo es parte de una defensa. 

¿Y si empezamos a exigir los derechos que nos corresponden en los trabajos que tenemos? ¿Y si ejercemos el derecho a la felicidad incluso con un trabajo que no colabora? Yo lo ejerzo cada día. 

La mayoría de las tendinitis que sentís que te arruinan la vida dependen de lo que vos te ocupes de cambiar.