domingo, 1 de mayo de 2011

Los otros trabajadores.

Desde chica pienso en los otros. Los otros son esos que siendo parte de un suceso se quedan afuera.
Hoy, en el día de los trabajadores estuve pensando en los otros.
No pensé en los que tienen un buen trabajo, esos que pueden hacer carrera, crecer profesionalmente y estar cubiertos por la ley.
Pensé en esos otros que no tienen trabajo  aún haciendo todo lo posible para tenerlo. En esos con los que el mercado es aún más hostil: los discapacitados, los mayores, los “sobrecalificados”, los que no estudiaron, los que no pasan los parámetros de “buena presencia” asociados más al prejuicio que al buen desempeño.
Y en los que no deberían tener trabajo, pero ahí andan, muchas veces en situaciones de peligro y abuso : los chicos y los adultos mayores.
Pensé en los trabajadores explotados, en negro, con contratos reiterados y sucesivos, sin respeto por la ley ni sus derechos.
En los que trabajan por sueldos, honorarios o cuotas por contrato que minimizan su capacidad y su tarea a la hora de cobrar y la sobreexigen a la hora de trabajar.
En los que suman “curritos” porque con un solo empleo no alcanza.
En los que fichan y que por dos minutos tarde compensan media hora independientemente de qué haya causado la demora o la influencia que la demora tenga en su tarea.
En los que trabajan viendo como algunos inútiles con portación de apellido o pertenencia son mejor tratados simplemente por eso. Y en los que, peor aún, tienen que levantar los destrozos que estos inimputables generan.
En los que son maltratados en tanto seres humanos por sus jefes directos o los que toman decisiones desde más arriba, en un maltrato abierto de gritos y órdenes intempestivas tanto como el que no reconoce que un ser humano necesita luz diurna, aire, espacio para moverse, comer y tantas otras necesidades que no tienen los robots. En los que respiran sustancias tóxicas, en los que padecen distintas contaminaciones en el trabajo. Y en los que estando en mejor condición interceden para que los compañeros sean bien tratados aún a riesgo de perder “el privilegio” de tener mejor suerte.
En los que padecen jefes que desconocen el efecto de reconocer los logros, de potenciar las fortalezas y trabajar las debilidades en un equipo. O los que padecen jefes que desconocen el valor de trabajar en equipo. 
En los que están a la sombra mientras otros firman, brillan y se llevan los réditos por su trabajo.
En los que reiteradamente son socios en las pérdidas y empleados en las ganancias. Y en los que se animaron, lograron una expropiación y recuperaron una fábrica con trabajo para muchos.
En los que saben que aún dejándolo todo,  un día el empleador dirá “basta para mí” y tocará volver a actualizar el CV.
En los que estudiaron con profunda vocación y cuando buscaron trabajo el mercado no estaba para recibirlos.
En los que después de llorar hasta que se acabaron las lágrimas se reinventaron una y mil veces y siguen trabajando.
En los que viajan horas como ganado para que sus hijos coman. Y en los que comen un pancho en la calle para que los chicos coman mejor en casa.

En los que juegan al equilibrista entre las convicciones, los valores y la necesidad de pagar las cuentas. Y a los que alguna vez – o muchas- patearon el tablero sabiendo que se venía un combo arroz/polenta/fideos por tiempo indeterminado pero que con la ética no se jode. 

Aclaración necesarísima: en LOS OTROS estamos incluidas las mujeres. Por si las moscas. Y los moscos.

2 comentarios:

  1. Me conmueven tus palabras... cuanto por hacer!!!
    Qué poco se piensa en "los otros"!!!

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  2. ¡¡¡Y todo lo que quedó afuera, si supieras!!!

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