viernes, 10 de febrero de 2012

Indignarse es más cómodo

Hasta hace unos años lo más común era verlos en las veredas, en los bares, en las sobremesas de domingo. También andaban por las aulas universitarias y en 2002 circularon por las asambleas barriales de la ciudad de Buenos Aires. Para ser como ellos se requiere una mente pequeña y el dedo listo para marcar aquello que tiene que cambiar. Es fundamental el dedo: señalará algo que está fuera de la responsabilidad propia. La buena o mala intención es opcional.

Con la popularización de las nuevas tecnologías agrandaron el territorio: ya no hablan en una pequeña baldosa sino que se conectan con gente de todo el mundo. Y hoy, con saber expandir los 140 caracteres que hayan escrito sienten que cumplen su misión.

No es nuevo indignarse por eso que le pasa a otros bien lejos y de un modo en el que las cosas queden en una proclama. Los más experiementados arman líneas de pensamiento que sostienen que cortar una calle céntrica de Buenos Aires en plena hora pico beneficiará a los oprimidos de Puchukjistán.  

 Y mientras tanto... 

... están los pibes que cada anochecer circulan con carros metiendo las manos en la basura para sacar algo que les sirva. Meten las manos en la basura. ¿Te imaginaste alguna vez en esa situación? ¿Pensaste alguna vez si lo que llevás a tu casa depende de lo que puedas encontrar en la basura? (No, no entremos en el "ahora están en una cooperativa, y tienen uniforme con cintas reflectantes". Por favor.

...y está el señor que vive en la puerta del Banco Francés de Scalabrini con su weimaranner obeso y otro perrito. Sobre la boca del subte logró armar un dormitorio con TV, equipo de música, árbol de navidad con luces. Hay tardes en las que pone sahumerios en el florero donde hay unas flores plásticas. Hay gente que se para a mirar qué programa tiene en la TV. Y en la escenografía que construye nos olvidamos que ahí hay una persona y que esa es su casa. Estamos más pendientes de las nuevas adquisiciones que de saber quién es, porqué está ahí y si hay algo que podemos hacer para que viva en un lugar mejor. 
En el barrio tenemos varios ejemplos, cito este por emblemático. 

... en la ciudad de Buenos Aires hay mujeres y varones que buscan en las calles un cliente para prostituirse. Otros lo hacen en espacios cerrados. Y cada tanto nos enteramos de que en algún lugar hay menores o no sometidos para que otros ganen, por sexo, droga, o prendas de vestir. O lo que sea. 

... en Barracas, en Retiro, en Constitución, en la puerta de Alto Palermo hay chicos consumiendo droga. Son pibes que no recuerdan comer sentados a una mesa, una caricia, una ducha caliente. A veces están tan pasados que caen en medio del camino. Les pasamos por el costado. Apuramos el paso mientras manoteamos un pañuelo del bolsillo y agarramos fuerte la cartera. La angustia se disipa cuando el colectivo se aleja, pero ellos siguen ahí, haciendo lo que pueden por los flecos de infancia que les quedan.

Toda esa gente - es gente- tiene una sola vida -como nosotros-. Mientras algo -o nada- se resuelve la vida pasa. Naturalizamos barbaridades o convenientemente las olvidamos. Indignarse por algo lejano, levantar el dedo para marcar lo que ellos hacen mal puede mitigar eso. 

Pienso en la indignación selectiva que lleva a criticar la decisión editorial de poner en portada la intimidad de la muerte justo el día en que le toca a una modelo, sin destacar que todas las semanas publican ejemplos similares. Y quizás en esa indignación ni siquiera darse cuenta de que se participa en una campaña montada  para lavar la imagen de gente que toda la vida se dedicó a la mugre.

Pienso en la incoherencia de indignarse por la represión en una provincia lejana desde una habitación porteña con aire acondicionado pero pedirla cuando un grupo de trabajadores reclama cortando la calle en el camino propio. (Y no, no estoy avalando ninguna represión. Al contrario, cuando el Estado hace uso de la fuerza es porque antes falló en la detección de una necesidad y en el diálogo necesario para resolverla. El uso de la fuerza da cuenta del mal uso de la palabra. Y yo prefiero el buen uso de la palabra y que el más fuerte -el Estado en este caso- asuma la responsabilidad y sepa manejar provocaciones.)

Pienso en la participación en campañas virales por los temas más justos y también los más pavotes o intrascendentes. ¿Cuántos ejemplos podemos dar de un cambio real por generar un trending topic*? Sin embargo, todos los días aparece alguien con las mejores intenciones dejando pilas de energía "para que #TalCosa sea TT". Hay quienes un día participan de un #NoALaCosaMásTerribleDelUniverso y al siguiente promueven la discriminación, el racismo, el odio cada día y no sólo en las redes sociales sino en el mundo de los átomos. Pero lo importante es generar el TT. Hoy hablamos de eso, quizás  un presentador de notas en TV -que nunca entiende de qué va Twitter- lo comenta y 364 días avalamos o sostenemos prácticas que ignoran, subvaloran, humillan y hasta someten a otros más débiles.  

Es loable indignarse por lo injusto. También es cómodo cuando a lo injusto sólo podemos aportar indignación. Eso incluye desparramar acusaciones contra los que no se indignan, o se indignan por temas "equivocados". Que les paga la corpo, que les paga la opo, que les paga La Cámpora, y así. 
Cambiar el mundo es bastante más complejo. Aceptar que requiere dialogar, negociar, acordar, y notar que somos una gota es sólo un inicio. Ponerle el cuerpo a cambiar el mundo es muy exigente. Hay gente que cada día se duerme agotada en los intentos. Otros cursan la vida en estado de indignación.


*Un trending topic o TT es uno de los temas más mencionados en la red social Twitter.




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