jueves, 27 de enero de 2011

Dos anillos


"¿Qué es ese anillo?", fue la pregunta de una amiga. Nos conocemos bastante como para que recuerde mis negativas a comprar esos adefesios que venden en las ferias artesanales en las que caemos cada tanto. Un mes de distancia no parecían justificar tanto cambio. "Es que solté algo viejo que ya no servía y pude encontrar algo nuevo.
Claro, no me entendió. Entonces le conté la historia:

Marzo de 2007.
Plaza Pagano, la Feria de Artesanos de El Bolsón era una fiesta. Mi vida intentaba relajarse en unas raras vacaciones. Me despegaba del trabajo en la clínica por primera vez en mucho tiempo sabiendo que varias personas iban a esforzarse por crear problemas. Estaba aprendiendo a soltar. 
Me muevo al anfiteatro de la plaza para atender el teléfono. La asistente que dejé a cargo suena angustiada, a punto de llorar. Me cuenta que lo que temíamos pasó: hay gente creando problemas. Me enfoco: estoy de vacaciones. Serán unos minutos para organizarla, contenerla, fortalecerla y volver a la feria. 
Así es: vuelvo y decido comprar un anillo simple, unas onditas de plata encerrando el anular. Necesito algo que simbolice el momento: enfocarse, no perder el eje, el trabajo es una parte de la vida, la vida es un espacio para ser disfrutado. Esas cosas. 

El anillo me acompañó en el proceso de diferenciarme de la clínica. (Aclaración necesarísima: en ese lugar he llegado a trabajar entre 15 y 18 horas diarias sin feriados ni descansos) Parece una pavada pero estar ahí, a un golpe de ojo, me ayudaba a recordar. "La vida es más que este infierno en el que trabajo", parecía decirme en cada reunión sin sentido, en cada agresión, en cada gesto fuera de lugar. 
Un día noté que no estaba más. Quizás voló desde arriba de la cinta cuando entrenaba la tarde anterior, no lo sé. El mundo se caía. Mi mundo se caía.
Me prometí recuperarlo. Recuperarlo era tener el mismo de nuevo. Ergo: recuperarlo era imposible. Lo que yo quería era ESE objeto, que simbolizaba ESA experiencia. Y ESO se quebró, no estaba más. Estaba sola, pero no quería enterarme. 

Enero de 2011
Plaza Pagano. La Feria de Artesanos de El Bolsón es una fiesta. La recorro sabiendo lo que busco: ahí está mi anillo. Me lo pruebo emocionada y ¡el horror! Descubro que me queda simplemente espantoso.
Me miento: tengo las manos arruinadas por el clima y el armado de equipajes. Más tarde. Y más tarde es igual, entonces mañana.
Pero después de la lima de uñas, de cremas, de arreglo de cutículas sigue siendo igual: ese anillo ya no es para mi mano, así como desde hacía dos años esa clínica ya no era para mí. En esos dos años sin clínica y sin anillo yo no había parado de crecer. 
Una idea bajó y me rodeó: si ya no es lo que era, no sirve. Necesitaba un anillo para recordar un nuevo compromiso. Un anillo que no estaba en la Plaza Pagano, como no estuvo en las ferias de artesanos de Bariloche ni en la fiesta de las familias mapuches de Junín de los Andes. 
Inicié una búsqueda casi militante, y lo encontré en una joyería chiquita a la que me mandó una barilochense. "No se usa eso. Ahora se usan anillos grandes, con piedras, con sellos, con dorados... lo que vos querés es... es... es como una alianza...", ensayó el joyero tratando de complacerme. Sonreí. Me salió una sonrisa profunda, desde adentro. "Sí. Yo necesito una alianza."
Una línea de plata con una fila de piedritas azules intercaladas navega en mi anular izquierdo. Azules como el color del Nahuel Huapí esa tarde. Azules como el azul profundo cuando queda un hilo de resplandor entre el lago y la montaña.

Anoche le contaba a mi amiga que me voy a vivir a Bariloche mientras miraba mi anillo de piedras azules. "¿Qué es ese anillo?", me preguntó. Y yo le conté la historia. 

5 comentarios:

  1. Andrea,

    ¡Qué buena historia! Me hiciste recordar muchas cosas de mi vida y podría escribir largas reflexiones, pero mejor que queden acá, en mi corazón.

    El año pasado adquirí un anillo con una piedra que se llama crisocola, con tonos verdes y azules. En un rato publico la foto.

    Si fuese posible ¿publicarías una foto del anillo? me encantó la descripción y el azul... el azul es un hermoso color, definitivamente.

    Abrazo!

    Romi

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  2. Esta historia tardó mucho en madurar... a veces elegimos que queden en el corazón.
    Prometo hoy postear fotos del anillo, necesito encontrar en la imagen la luz que pueda transmitir lo que dice el texto...
    Gracias Romi!

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  3. Andre....SOS UNA GENIA y no me voy a casar de decirtelo!
    Leerte hoy, ahora, esto me hizo poner la piel de gallina, porque vos estas realizando tu sueño a como de lugar, seguiste adelante en su momento, con (y sin) ese anillo de ondas y hoy encontraste una nueva alianza, un nuevo anillo, un nuevo motivo y te animas!
    Yo, como ya te comente un poquito, hoy estoy en mi busqueda de ese algo nuevo, de hacer rendir lo que me toca vivir y de buscarle una vuelta diferente en las nuevas experiencias que estoy teniendo en este - para mi, que me deberia dedicar a otra cosa- raro ambito laboral en el que me estoy moviendo. Por ahora capitalizo la buena experiencia que me toca de conocer buena gente que me abre la cabeza, como vos. Mas adelante vere si yo encuentro mi anillo.
    Un beso
    And.-

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  4. No And, no soy un genia. Sólo a lo largo de los últimos años elegí hacerme responsable de lo que me pasa, mirarlo bien y ocuparme de encontrar los caminos que me lleven a lo que quiero. La mayoría de lo que no tenemos (y no hablo de objetos) es porque no nos ocupamos ni nos hacemos responsables de las elecciones que hacemos.
    Hay un anillo para vos. Ubicá la meta y armá el camino. Si es una búsqueda honesta vas a encontrar mucha gente que quiera ayudarte. A mí me pasó.
    Beso,
    A

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  5. Una historia hermosa en la que puedo sentirme identificada... sobre todo por el trabajo interno que hay detrás de ella... Por el seguir adelante, por el buscar una nueva alianza con la vida...
    Gracias por compartirla!!

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